María Arnáiz viajó a Nicaragua en otoño de 2008. Allí colaboró con varios de los proyectos que lleva a cabo el Instituto Juan XXIII, uno de los socios locales de Amycos.
A su vuelta quiso compartir con todos vosotros parte de su viaje y las principales reflexiones que le surgieron sobre la cooperación y el contexto social de este país centroamericano.
Anduve en Nicaragua tres meses, en el Instituto Juan XXIII (UCA), contraparte de Amycos. A través de ellos conocí el país y a su gente. El segundo país más empobrecido de América Latina.
Fue hace ya meses, y siento una dicotomía entre haber vivido experiencia que deja huella, y de una ensoñación lejana, a pesar de mantener contacto con los compañeros nicas.
En un ejercicio de acercamiento recupero la memoria del Instituto Juan XXIII del año 2008. Dejando en ella mis pasitos como alumna, como técnica y como persona.
Tuve la suerte de permanecer en Nicaragua en el Instituto Juan XXIII los tres últimos meses del año 2008, eso me permitió no sólo participar en las actividades, sino que también me mostró una síntesis de los esfuerzos del trabajo de la gente, de profesionales y participantes. Como radiografía de mi recorrido: entré por la puerta del programa de educación conociendo el proyecto de «Servicios Educativos en Red» y «Mejora de niveles educativos en Terrabona»; conocí las ventas sociales de medicamentos y el proyecto de «Salud para mujeres en el sistema penitenciario» y «Proyectos de agua en Cacalotepe».
Mis estancias más largas sucedieron en los proyectos de «Formación de líderes y organización comunitaria», «Promoción y desarrollo de la mujer», «Mejora de la calidad de vida de la población de 3 comunidades rurales del municipio de Ciudad Darío», «Proyecto habitacional en Tipitapa» y «Fortalecimiento de capacidades para la reducción del riesgo».
Por una parte tal recorrido podría sonar al refrán de «el que mucho abarca poco aprieta», pero tampoco podría suceder de otra manera. La realidad parcializada de cara a obtener subvenciones, y segmentada por disciplinas profesionales, no organiza el escenario cotidiano de la gente. La necesidades en todas estas esferas: salud, vivienda, fortalecimiento comunitario a nivel organizativo y de capacidades… están imbricadas en la vida diaria de las gentes y, en coherencia, también en la metodología de intervención de mis compañeros del Instituto. Así pues mi acercamiento a su trabajo había de suceder de tal forma, como una hebra que se va entretejiendo y creando una estructura, para mí, un esquema de comprensión del contexto actual nicaragüense.
He hecho resaltar en negrita algunos de los proyectos que conocí de primera mano, que Amycos ha apoyado como agencia cofinanciadora entre otras agencias españolas, inglesas, escocesas y holandesas que trabajan con el Instituto Juan XXIII.
A través de ellos 34 escuelas se han beneficiado de material y de procesos de capacitación (3.723 estudiantes y 220 docentes), 267 personas (59 familias) del casco urbano que vivían en condiciones precarias y de riesgo se han beneficiado del proyecto de vivienda; 517 personas beneficiarias de pozos de agua…
Estos datos los recojo porque quiero visibilizar y reforzar que se pueden hacer cosas, que estos chicos que nos cruzamos por las calles, que no sabemos muy bien qué consecuencias tienen sus esfuerzos, arriman el hombro y que, a través de procesos acompañados por buenos profesionales, la gente puede ser protagonista y agente de su propio desarrollo.
Con ello no quiero decir que esté conforme con la cooperación y el concepto de desarrollo existente, el cual necesita una revisión desde la raíz.
Hay que caminar hacia un cambio de paradigma, la deconstrucción del concepto de desarrollo y la invención de un “algo” que guíe acciones no desiguales. Pero mientras…habrá que caminar, con coherencia y responsabilidad, pero caminar.
Como dato final, para dar qué pensar en cuestiones de género, según la memoria del 2008 del Instituto Juan XXIII, en los proyectos educativos la representación de la participación de la mujer era del 98%, y en los de formación de líderes el 75%… ¿Qué le lleva a la mujer nicaragüense a ser más participativa en un contexto fuerte de machismo? ¿y si pensamos a su vez en la diferencia de porcentajes por ámbito de actuación?…
Como veis mi fuente de referencia ha sido la memoria del Instituto, y además de por una razón de contenido de trabajo, tiene otra visual. Bastantes fotos que documentan gráficamente la misma son autoría mía. Para nada son grandes imágenes, pero si mis compañeros nicas se identificaron con mi ojo fotográfico, eso me dice que miramos el mundo de forma parecida, o que me supe acercar a su mirada. Las dos opciones me gustan. Os invito a que la oteéis.