Os presentamos a Javier Andaluz, un joven abulense que ha participado, en julio de 2009, en el programa Jóvenes Solidarios.
Permaneció durante tres semanas en Nicaragua, donde conoció de cerca algunos de los proyectos de Amycos.
Ahora quiere compartir con todos vosotros parte de esta experiencia.
Uno de los primeros sitios que visitamos fue “la comunidad de Betania, situada en los alrededores del municipio de Posoltega, una comunidad formada por segundos desplazados del huracán Mitch, donde Amycos tuvo un proyecto de vivienda. Pasamos la noche con ellos, y a la mañana siguiente desayunamos con las familias, las cuales se mostraron muy acogedoras y fomentaron un encuentro muy emotivo para mi. Tras esto compartimos con los chicos del pueblo diferentes juegos y una piñata.
Después visitamos otras comunidades donde se habían llevado a cabo proyectos de vivienda, unos más exitosos que otros. También visitamos comunidades rurales como los Llanos y Mª Jesús Olivas. En esta última comunidad se estaba llevando a cabo un proyecto de viviendas y tuvimos la oportunidad de echarles una mano para pintar sus casas. Visitamos también la isla de Ometepe, donde compartimos el día con una cooperativa de agricultores, y también visitamos un proyecto cerca de León donde se había hecho una escuela, un comedor,…”
Además de esto “en la capital tuvimos la posibilidad de acercarnos a la UCA (Universidad Centroamericana), donde importantísimos ponentes como Fernando Cardenal, María Vigil, la gente del Instituto Juan XXIII, etc. nos dieron una visión histórica, política y económica de Nicaragua, lo que nos sirvió muchísimo para enmarcar nuestras actuaciones”.
También ha querido mostrarnos algunas de sus impresiones sobre la gente que conoció y los principales problemas que ha podido percibir.
“Me resulta difícil juzgar a los nicas, pues lo primero que ves de ellos es que tienen las puertas abiertas y la sonrisa en la cara, y saben encontrar algo positivo. Lo que contrasta con la realidad de su país que es inmensamente rico en recursos naturales (recordemos que sacan 3 cosechas anuales), pero en el que sin embargo esos recursos están en manos de otros que se comportan como usureros y poseen el territorio”, por eso una de las primeras tareas debería ser la de “tener la tierra y ser responsables de ella”.
“A mi modo de entender el principal problema a nivel económico es el éxodo de capitales: el país se convierte en un punto de paso donde no se queda ningún beneficio económico de lo que allí se hace con los recursos naturales ni con la producción industrial, de forma que la economía nicaragüense se ve sometida a un desangre continuo de riqueza, pero sin embargo poseen una riqueza renovable en forma de agricultura.
A nivel político me parece que la situación es muy preocupante. Los gobiernos liberales explotaron hasta límites insospechados a los nicas, lo que generó un fuerte movimiento de respuesta. La lucha continua entre los liberales y los sandinistas se ha estancado y ha llegado a un punto de comedia donde lo liberal representa el imperialismo yanki y lo danielista nuevas formas de despotismo ilustrado que amenaza con convertirse en una parodia burlesca de las dictaduras comunistas de Sudamérica. Y creo que ambas visiones son muy perjudiciales, cada una a su modo, para los nicas.
A nivel educativo creo que faltan algunas cosas de vital importancia. Lo primero que he percibido ha sido la existencia de un gran machismo, la más preocupante violencia intrafamiliar y también la visión, en algunos casos, de los niños como mera mano de obra, además de una cierta dejadez en temas de residuos y de higiene. Considero que estos puntos son los actuales caballos de batalla que debe abordar un buen plan educativo en Nicaragua”.
Siguiendo la filosofía de Amycos, Javier también nos da algunas pistas de los que podemos hacer desde aquí para tratar de cambiar el mundo del Sur. “Lo primero es hacer llegar a todo el mundo lo que hemos vivido, ya que ha sido una experiencia transformadora, y debemos intentar que transforme en la medida de lo posible a todo el que podamos. En segundo término apostar por un modelo de vida, y por tanto, un modelo de consumo lo más ecuánime posible, apostando por el comercio local y por el Comercio Justo.
Y en último término, y no por ello menos importante, colaborar con nuestro trabajo o con nuestro dinero con organizaciones que impulsen en países del sur proyectos de cooperación internacional, desde una perspectiva de desarrollo de los pueblos y no desde una perspectiva caritativista o colonialista.”