Coincidiendo con la apertura del período ordinario de la sesiones de las Naciones Unidas, cada año desde 1981, el 21 de septiembre se celebra como una jornada mundial por la paz.
En este día se declara el cese de la violencia y el alto el fuego en todos los conflictos armados existentes en el mundo, y también se dedican esfuerzos y recursos para reflexionar sobre la necesidad de conseguir la paz, sensibilizar a la opinión pública sobre ello y modificar las situaciones que no la permiten.
Pese a que la falta se paz se suele asimilar a la guerra, a un enfrentamiento armado entre dos o más bandos, la realidad demuestra que hay otras muchas situaciones carentes de paz.
La pobreza extrema, la marginalización de algunos grupos de población, la enfermedad, la falta de libertad o de recursos para vivir dignamente y labrar un futuro son elementos que no permiten la paz, y que actualmente padecen más de la mitad de la población.
Por eso se recuerda la necesidad de alcanzar una sostenibilidad, tanto en el cese de los conflictos armados como en el resto de elementos que provocan la miseria humana, de manera que se pueda pensar en un futuro más justo y, por tanto, más sostenible.
Además, desde la ONU se pone en relieve la necesidad de controlar la explotación de diversos recursos naturales, como el petróleo o los diamantes, que suponen una importante fuente de conflictos en muchos países, por lo que se propone esta «fecha común para pensar individualmente en cómo contribuir a asegurar que los recursos naturales se gestionan de manera sostenible, reduciendo su potencial para generar disputas y allanando el camino hacia el futuro sostenible que queremos».
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