Tengo 25 años, soy italiana y estoy a punto de terminar mi experiencia de voluntariado en Burgos.
Han pasado más de 10 meses desde que llegué y todavía recuerdo las primeras sensaciones, los primeros días, los primeros paseos, las primeras tortillas de patatas. Quiero decir, todavía recuerdo todas las primeras veces que experimenté aquí, a pesar de que ahora estoy en la fase opuesta. Faltan seis días para el final de mi proyecto y estoy empezando a afrontar mis últimas veces. Admito que a veces me pongo un poco triste, pero también siento mucha gratitud por todo lo que he vivido aquí.
Llegué en septiembre con una sola maleta de 20 kg y toda la voluntad del mundo para vivir plenamente la experiencia de voluntariado. En ese momento tenía el deseo y la necesidad de nuevos desafíos, de sentirme incómoda, de salir de mi zona de confort y descubrir cosas nuevas, descubrirme.
Aunque no haya experimentado un verdadero choque cultural, ya que la cultura española es muy similar a la italiana, desde el principio, muchos de los estereotipos que tenía sobre España, pero también sobre otras culturas, empezaron a desmoronarse. Esto ha sido posible gracias a la creación de fuertes relaciones de amistad con otros voluntarios de toda Europa.
Un montón de actividades
Durante todos estos meses he realizado muchas actividades de las que he aprendido muchas cosas diferentes. La mayor parte del tiempo lo pasé en la oficina de Amycos, la organización que me acogió. Aquí tuve la oportunidad de acercarme al mundo del diseño y la gestión de proyectos, aprendiendo cosas que probablemente también me serán útiles en mi futura vida profesional. Luego organicé cursos de cocina con personas con discapacidades mentales, experiencia que me dio mucho a nivel humano. He participado en la realización de talleres en las escuelas y en la creación de contenidos didácticos. Esto y mucho más me ha llevado a acumular muchas experiencias y sobre todo muchos kilómetros de carretera.
Una de las cosas por las que estoy más agradecida por esta experiencia son todos los viajes que he podido hacer, los miles de kilómetros que hemos recorrido, cruzando España de norte a sur y de este a oeste, a bordo de un viejo coche. Seguramente el elemento del viaje ha sido fundamental este año y me ha permitido descubrir y maravillarme aún más ante los paisajes estupendos y una cultura riquísima de matices.
Finalmente, la parte fundamental de todo esto fueron los compañeros de viaje, amigos y amigas que conocí en esta experiencia, que me hicieron sentir como en casa. Me hace sonreír pensar que al principio de la experiencia, cuando me mudé a España, estaba dejando mi casa, y ahora que es el momento de volver, la impresión de saber que he dejado un pequeño trozo de casa esparcido por toda Europa.
2 maletas cargadas de experiencias
Ahora vuelvo a Italia con 2 maletas que pesan un total de 30 kilos, (porque minimalista lo aprenderé a ser otra vez) y toda la voluntad del mundo de llevarme cada uno de los momentos que he vivido, los buenos y también los malos. Porque hubo también aquellos, momentos de desesperanza, de tristeza, pero creo que precisamente aquellos me regalaron las enseñanzas más importantes y me permitieron descubrir nuevos lados de mi carácter que todavía no conocía.
Así que aquí está mi experiencia, hecha de desafíos, fatiga, desaliento, pero también de sentir que estoy en el lugar correcto en el momento adecuado, de crecimiento personal y de personas maravillosas. Una experiencia que me ha cambiado y enriquecido, que volvería a hacer y que solo puedo recomendar a cualquiera que tenga ganas de descubrir, y descubrirse.